dilluns, 1 de juliol del 2013

Año 28.251 ¿Que pasó al final con el cambio climático? (I)

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estimadas lectoras o lectores: 

Directas al texto, que ya me enrollo algo al final; genérico del lenguaje en 28.251, el femenino. 




¿Que qué pasó finalmente con el Cambio Climático? Tranquilas, Gaia está a salvo.

El tan lamentable como acelerado hundimiento tecnológico y demográfico padecido por la Humanidad en vuestra época propició el que, gracias a esa celeridad, al menos los impactos ambientales añadidos por la actividad humana posteriormente al desencadenamiento del Gran Desastre fueran de magnitud mucho menor que los precedentes, porque apenas quedó gente, con lo que la temperatura, al final, solamente debió de llegar a subir unos dos grados. 

Dos grados Celsius o Kelvin, sí, de los que ya se ha perdido casi uno, aunque el nivel del mar ha subido unos cinco metros, y todavía, lentamente, sigue ganando cota. 

Y sí también, la especie humana redujo tan rápidamente su número de especímenes que no le dio tiempo de, en su barbarie desatada, talar excesivas cantidades de selvas tropicales o terminar de matar por contaminación sus océanos, así que la vida fotosintética (fundamentada como sabemos en esos tres puntales constituidos por el dióxido de carbono, el agua y la radiación solar, y vida que a su vez es la base o soporte de prácticamente todo cualquier otro tipo de vida orgánica posible sobre el Planeta), sobrevivió, consiguiendo en unos pocos millares de años normalizar e invertir el balance de CO2 acumulado en nuestra atmósfera.

Pero claro, no todos los gases de efecto invernadero o GEI emitidos por la desatentada actuación humana eran como el benéfico CO2 y, a diferencia de éste, los demás no tenían sumidero natural significativo alguno en la vida, fotosintética o no, así que solamente les quedaba y les queda el sumidero de su disolución en las aguas del mar, de acción mucho más lenta, por lo que el 90 por ciento de esos otros GEI, que tan inconscientemente lanzasteis a la atmósfera, siguen, en buena parte, en ella ---[ por cierto, ¿qué tontería era esa de que sus moléculas apenas duraban unos pocos siglos?; ¿en base a qué, a teorías basadas en un profundo desconocimiento de cómo es en verdad un átomo? ¿y no poníais siempre como modelo de compuestos estables los clorofluorcarbonos? ¿en qué quedamos? ]---, aunque tampoco, como os relataré, sea ello para preocuparse demasiado. 

En efecto, así han sido las cosas climáticas. Y para terminar de desconcertaros, he de deciros que, en realidad, lo que nuestra civilización baraja hoy en día es el cómo podremos calentar este Planeta cuando, de aquí a en principio unos pocos centenares de miles o millones de años, vuelva a haber glaciaciones y vuelva a encontrarse ante la perspectiva de su muerte por congelación, por la siempre paulatina disminución de las únicas emisiones de CO2 realmente nuevo, las ligadas a la decreciente actividad volcánica, puesto que, a partir de ahí, lo único que se hace es reciclar CO2 para aquí y para allá, ahora se queda fijado o enterrado como carbono o combustible fósil, ahora lo respiro o lo quemo sin más devolviéndolo a la atmósfera, ahora los vegetales lo vuelven a absorber y a en parte fijar,... Reciclado continuo, nuevo nuevo solamente el de las emisiones volcánicas. 

La presencia, en el último millón de años, de casquetes polares, hecho nada habitual en el transcurso de la vida ni de la Tierra ni de Gaia, da fe de esta creciente penuria de dióxido de carbono en nuestra atmósfera y la consiguiente disminución del efecto invernadero que ello conlleva, puesto que, salvo con ocasión de alguna colisión cósmica, la realidad es que, en sus cuatro mil quinientos millones de años precedentes, incluidos los del mayor y más espectacular esplendor de la vida sobre ella, lo habitual era que la Tierra careciera totalmente de tales casquetes helados.

Ese aumento de la temperatura atmosférica conllevó determinadas variaciones. Así, por poner un caso, llover llueve algo más, porque mayor calor comporta más evaporación del agua del mar, y lo que se evapora tarde o temprano acaba precipitándose en forma de lluvia, nieve, granizo, escarcha, rocío o lo que sea, no tendría que estar alta ni nada la temperatura de la troposfera como para que se pudiera llegar a que dejara de llover. Y es que tampoco se han de magnificar las cosas, que los humanas, incluso cuando por fin comprendemos y aceptamos nuestros errores y responsabilidades medioambientales, no por ello hemos dejado de tender, como siempre, a ser soberbias hasta a la hora de valorar nuestras verdaderas capacidades destructivas. 

Y tal aumento de dos grados se encuadra perfectamente entre esas cosas que no han de ser objeto de excesiva magnificación porque, al fin y al cabo, la temperatura no es nada más que una medida del movimiento de las moléculas, y la variación se produce en función de la diferencia de grados Kelvin o absolutos que ello implica, dado que los cero grados de tal escala (-273'15º centígrados) indican el no movimiento. Así que medido y mirado de esta forma, estamos hablando de variaciones de dos grados en una temperatura que es de cerca de trescientos, o de al menos unos doscientos si queremos referirnos a la temperatura de licuefación del aire, por lo que, en todo caso, estaremos hablando de variaciones de sobre un uno por ciento, o aun menores. 

Si bien es correcto que la mayor movilidad de las moléculas implica efectos tridimensionales que crecen con el cubo de la temperatura, e igualmente cierto es que lo acaecido en la micro escala se reproduce también en la macroescala, la variación, al final, sigue siendo bastante pequeña, en términos globales, y aunque es verdad que la meteorología, respecto a lo que se presume que pudo haber en vuestro siglo XIX y anteriores, sí que da cuenta de más episodios que simplistamente las humanas calificaríamos como "más violentos", en realidad tampoco son tantas más las borrascas tropicales, aunque, en proporción, las especialmente violentas sí que han crecido algo más.

Pero en absoluto hay para asustarse porque, ahora, vivimos a nivel planetario en un sistema en el que la seguridad de sus individuos es una de las prioridades absolutas, y salvo la del desinformado despistado o la chubnormalita de turno, o viceversa, que les dio por salir pese a la que estaba cayendo fuera, por lo demás apenas hay que lamentar desgracias personales como consecuencia de los fenómenos meteorológicos, porque lo que más mataba no era el "clima", sino tanto la pobreza, que tendía más fácilmente a hacer asentamientos en zonas de alto riesgo, como la falta de control real de la población sobre sus gobernantes. 


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Yo, de buena fe, ya estaba pensando en echarle el cierre a este blog, pues sus contenidos ya me parecen suficientes, y todo aquello que, razonablemente, pueda quizá tener sentido que vea la luz en el futuro (en el muy optimista supuesto de que haya ningún futuro para mí), podría o podrá ir en el oportuno apéndice, apéndice que, a su vez, será, en lo posible, un nuevo blog. 

Sin embargo, repasando lo publicado o no aquí ya de ese texto del futuro, de pronto me he encontrado con que, por mucha maría que fume, la memoria no me falla hasta el punto de que no haya podido constatar que hay algunas cosas que me parece que siguen inéditas, y que estaría bien que aún asomaran por aquí, como esto que ahora os he reproducido. 

Bueeeno, pues ya continuará o continuaremos :-) 

saludos cordiales :-) 

ET & forrest gump. 
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