diumenge, 31 de març del 2013

El Orgón

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www.quantumenergetics.org
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queridos lectores o lectoras: 

Bueno, pues si ya el anterior post les levantó ampollas a los criminales que tienen movilizados contra mí a los poderes del Estado, este post de ahora, en concreto, aunque no os lo creáis (y no os "trempará" tanto), en realidad es el que más les sulfura de todos. Y es comprensible, es comprensible ;-D  

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Retomando el hilo un poco más en serio, puesto que el tema más general que se estaba desarrollando era el del crecimiento personal y como especie que debemos de llevar a cabo las humanas, parece ser, y entro de lleno en el asunto, que esto de nuestros orgasmos, nuestros sufrimientos y el orgón viene a ser el equivalente parauniversal de la función fotosintética de nuestros vegetales, solo que en vez de producirse una única calidad de oxígeno, en el caso del orgón estas calidades son, como se ha dicho, dos, generándose, creciendo y desarrollándose con el positivo los seres de la luz, y con el negativo los de la oscuridad. La Luz, al parecer, es prácticamente omnipresente, pero siempre va quedando algún que otro reducto de maldad que conviene, en cuanto ello sea eventualmente posible, sin más trámites erradicar. 

Y como en el caso de las plantas, que también respiran y consumen con ello su adecuada parte de su producción global del vital gas oxígeno, así también las humanas, según del orgón que se trate, en nuestro devenir parauniversal consumimos, creciendo con ello, parte del positivo, (pues, como el oxígeno, también el orgón tiende a difundirse, repartirse y diseminarse), o nos intoxicamos con parte del negativo. 

Nuestras nunca suficiente y debidamente valoradas diseñadoras nos han dejado bien claro que ellas reconocen abiertamente que, como tantas otros seres, se benefician de nosotras como nosotras lo hacemos de los vegetales, por lo que les encanta cuidarnos, que no apacentarnos, al tiempo que no paran de insistirnos en que nos diseñaron como seres de luz y no de oscuridad, siendo por esta causa por la que, a través de los procesos orgásmicos, adquirimos Conocimiento, prácticamente Ciencia Infusa de la cual en su momento ya se habló, mientras que si algo se incrementa, en el sufrimiento y otras maldades, ello es nuestra torpeza y el no comprender nada de nada

Aunque la principal y más súper abundante fuente de creación de orgón es, sin duda, esa su generación a partir de nuestros súper abundantes orgasmos, también hay otros episodios en los que eventualmente se puede generar. Así, toda alegría inmensa lleva incorporada la "manufactura" de cierta dosis del preciado elemento en su versión positiva, sea tal alegría consecuencia del espontáneo y divertido saber hacer de cualquier bebé, sea la que se desata en un estadio por la consecución de algún gol o por la culminación de algunos puntos muy importantes, o bien sea por el derretirse que supone, en un concierto multitudinario, comenzar a sentir los primeros acordes de alguna melodía especialmente adorada. 

Pero, al margen de que lo de los estadios puede ser contradictorio (y sigue arrastrando y arrostrando mucha polémica, pues, a veces, puede llegar a generarse orgón negativo si quien pierde es "nuestra" jugadora, jugador o equipo), en conjunto la cantidad de orgón generado por todas estas otras vías adicionales es comparativamente insignificante, salvo en el caso especial de esas risas y expansiones de las bebés que, por otra parte, siempre hay que procurar que no se encanen. 

Sí, tales expansiones siguen suponiendo importantes aportaciones de orgón a nivel global. Pero, dado que numéricamente son tan pocos (más o menos el tres o cuatro por ciento de la población), cuantitativamente su cuota sobre el global de la humanidad, aunque visible y aún transcendental para la especie y su supervivencia emocional, comparativamente ya no tiene el peso esencial que si que tuvo ese orgón generado por las bebés en vuestro y nuestro pasado, durante el dichoso "creced y multiplicaos". 

Por último, decir sobre el orgón que ---como el oxígeno para nuestro cuerpo físico---, aunque en parte lo consume, también tiene una gran capacidad de reactivación de nuestro cuerpo astral, lo que, a su vez, se nos manifiesta con el correspondiente incremento del bienestar general de nuestra persona y de todo nuestro organismo. Porque, ¿quién no se siente incomparablemente mejor después de un buen orgasmo? Y, por cierto: ¿qué era aquello de la "depresión post coito"? ¿de verdad le pasó eso a alguien alguna vez? 

Nuestras benefactoras galácticas nos dicen que ellas, a su vez y en el entorno que realmente les es más propio, cumplen esa misma función equivalente a la de las plantas en el mundo físico o a la nuestra en el parafísico, porque resulta que, al parecer, el Parauniverso tiene a su vez varios niveles de existencia o percepción, siendo aquel en el que ellas existen, y que nosotras apenas si confusamente vislumbramos, el más elemental de todos. Vaya, tan súper avanzadas que nos parecían, y mira tú por dónde, según y como se mire, resulta que siguen siendo morralla más o menos como nosotras. 

En total, y contando también el mundo físico, afirman que la existencia de la Energía tiene lugar en hasta siete estadios diferentes, y nosotras no tenemos razón alguna para no creerles, y sí muchas para confiar en ellas, aunque nos han puesto de manifiesto que si este conocimiento nos produce daños en nuestra racionalidad o autoestima, mejor que nos quedemos escuetamente con ese dato de los siete niveles y, por lo demás, nos olvidemos del tema, pues ni siquiera ellas se reconocen a sí mismas la capacidad de aprehender plenamente, ni mucho menos, tal inmensidad de la Energía, dado que solamente van camino de ser entes de tercer nivel. 

Como dato anecdótico o apunte de saber, refrendan que admiremos tanto a los vegetales, y nos indican que, en realidad, al tiempo que son tal modesta cosa en nuestra dimensión física, simples vegetales, también son, ni más ni menos, que entidades de cuarto nivel. O sea, incomparablemente superiores a nuestras propias benefactoras en lo que a ese nivel de Existencia y Conciencia se refiere. Bien, ellas o Ellas sabrán.

Más cosas. Nos dicen igualmente que nuestros pensamientos parece ser que se sienten en el Parauniverso algo así como si fueran "voces", por lo que deberíamos de controlar la intensidad y el contenido de lo que pensamos, pero que ya comprenden que, para nosotras, eso sería una excesivamente ardua tarea, así que ya se han resignado y acostumbrado a "oírnos", algo así, aunque sin querer ofender, a lo que para nosotras representaban los ladridos de los extintos perros. 

Bueno, vete a saber. Yo, ladridos solamente los he oído, por fortuna, en grabación, y resultan, desde luego, bastante desagradables, normal que la generalidad de las extraterrestres rehuyeran aproximarse a la Tierra ni aun desde la dimensión Parauniversal mientras existieran tan espantosos bichos. 

Así que, visto el "ruido" que, a mi vez, pueda estar generando yo por "allá arriba", por si acaso miraré de controlar un poco más la intensidad con la que pienso, aunque sin coartarme en cuanto a la libertad de indagación. O dicho de otro modo, que, pese a los buenos propósitos, al final no me estableceré control efectivo alguno, y seguiré "gritando" igual, o casi. 

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saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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www.orgonealchemy.com

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dijous, 28 de març del 2013

Año 28.251: Cómo es nuestra sexualidad adulta

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moi-portal.ru

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Queridos lectores y lectoras: 

Y me pregunto yo: ¿no será por posts como estos que ahora paso a publicar por lo que los miserables que me persiguen y acosan (como el corrupto político Agustín Turiel Sandín o su hijo, el científico loco Antonio María) no pararán hasta, mínimo, verme encerrado en la cárcel o en algún psiquiátrico? 

Ustedes juzgarán: pero, conociendo la "amoralidad" pacata que les caracteriza, todo indicaría que quizá los tiros vayan por ahí, siendo la cuestión de los niños una mera excusa o tapadera de sus verdaderas y criminales intenciones: acabar con el más mínimo asomo de libertad sexual para nadie. 

La nota de la ROM que encontraréis venía ya en ese texto, y como cada vez, no olvidar que en 28.251 el genérico del lenguaje es el femenino ;-D 

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¡Qué bello, sublime y enriquecedor es gozar de buen sexo y buenos orgasmos! Al respecto, nuestras interplanetarias nos han revelado que el orgón, en efecto, existe, pero que hay dos clases de él, el positivo y el negativo, generándose el primero básicamente durante los procesos orgásmicos de ciertas especies, mientras que el segundo, que era de lo que se alimentaban los parásitos parauniversales de la Humanidad, se genera en el dolor, la contrariedad y el sufrimiento. 

Y a esa especie de mala ralea, que os dominaba y nos dominó hasta hace menos de un milenio, igual que le gustaba el orgón negativo, odiaba el positivo, de ahí el triste destino de Wilhelm Reich, aunque hoy sabemos que no hay máquina física que pueda detectarlo ni mucho menos producirlo, ni el bueno ni el malo, porque su dimensión propia es la parauniversal, y su generación, en este Planeta, es patrimonio, en exclusiva, de los seres también físicos. 

Ese patrimonio, a su vez y si nos referimos a las "cantidades" generadas, podríamos decir que corresponde casi íntegramente a las especies o seres racionales, empáticos, y dotados tanto de conciencia como de dimensión social, lo que traducido al caso de la Tierra significa hablar, en exclusiva, de los grandes simios como nosotras y alguna que otra especie de monas, tal vez algún gran mamífero acuático, y pare usted de contar. 

Conviene reseñar aquí que siempre es positivo el orgón que se genera en los procesos orgásmicos, como no podía ser de otra forma, pues obtenido por la vía que sea, un orgasmo siempre es un orgasmo, y solo su hipotética consecución con daños para terceras personas podría hacer variar su signo, algo por completo inhabitual en nuestro mundo. 

Si bien todas seguimos prácticándola en algunas ocasiones a todo lo largo y ancho de nuestras vidas, actualmente la masturbación es una vía por la que se genera poco orgón, a diferencia de lo acaecido en otras épocas, donde fue una de sus fuentes principales de producción, si no la primera y más importante de todas. 

Tal declive de las prácticas onanistas acaeció sobre todo cuando, frente al follar, la masturbación perdió la manifiesta ventaja que durante tanto tiempo significó el no requerir el otrora desagradable y normalmente decepcionante trance de tener que conocer gente para poder llevarse a cabo el proceso orgásmico en sí. No es ninguna broma, se comprende que era como para salir huyendo cuando, ya a las primeras de cambio y sin remisión alguna, se veía una envuelta en líos o historias de posesividades excluyentes o exigencias de futura continuidad. 

Pero claro, superado por fin el infame esquema de que, o se cargaba de buenas a primeras con todo tipo de exclusivistas rollos parejiles y demás desde el principio o, si no, nunca se rebasaba el pobre ámbito del sexo por el sexo, modificado sustancialmente tal escenario, lo de tener que conocer gente dejó de ser un calvario para convertirse en una fuente de satisfacción en sí misma, con lo que la tendencia viró, indudablemente, a una menor cuota masturbatoria, tanto absoluta como, sobre todo, relativa. 

Pero, pese a no tan insignificante mejora, nunca hemos abandonado del todo el practicarla, la bendita masturbación, porque sigue teniendo una innegable serie de ventajas como vía de obtención de los necesarios orgasmos, tales como la idoneidad asegurada del momento y lugar elegidos, el ritmo de progreso siempre perfectamente sincronizado con nuestras propias y más íntimas deseos y apetencias, pausas solamente cuando así se desea, pero siempre que se desea y en el momento ideal, añádase a todo ello algunas cosillas más (la lista sería interminable), como la posibilidad de volver a la carga con un nuevo proceso justo e ipso-facto cuando así apetezca,... Así que el resultado final no puede ser ni es otro que, lo que es practicarla, seguimos practicándola, y triunfalmente. 

A pesar de que podríamos poner la mano en el fuego porque, por promedio y en el transcurso de toda la historia, nunca se han corrido numéricamente tantas veces los varones en el confortable interior de las féminas, hoy en día la vía coital, según todos los estudios, apenas si viene a representar una tercera parte del total de orgasmos que tan placenteramente nos asola y padecemos el segmento del varonazgo adulto. 

Y es que, por poner un caso, cuando por ejemplo vas lenta y vorazmente reptando sobre o bajo una imponente masa de guapas mujeres completamente desnudas entregadas con devoción a sus juegos preferidos, y con las cuales, además, sabes que tienes química, en tales tesituras resulta obvio que meterla reduce considerable y lamentablemente la movilidad de las personas implicadas. 

Aparte, es que tampoco es para nada necesario meterla, pues, inmersos en tales deliciosos marasmos, es prácticamente imposible no correrse del gusto sobre parte cualquiera de sus totalmente apetitosas anatomías, ¿Quién sería capaz de contenerse, y para qué, al poder no solamente presenciar, sino directamente abrazar, el glorioso lesbiano espectáculo que las amables féminas han tenido o tienen la deferencia de compartir contigo?

Cualquier mujer comprende en la actualidad lo que es el orgullo de la orgasmación, pero, comprensiblemente, nuestras antepasadas revolucionarias, emocionalmente, no podían compartir que ello necesariamente implicara una ligazón única entre orgasmación y penetración, así que fue a los varones a quienes nos tocó aprender a corrernos también mediante otras múltiples formas, incluida la masturbación asistida, tan practicada por las chicas entre ellas, y tipo de masturbación que sólo es a su vez otra fórmula más de la amplia panoplia orgásmica disponible y asequible para quien adopte papeles pasivos, y que, claro, en realidad para nada es considerada de verdad masturbación, masturbación. 

En cosas tales como estas ahora descritas se fundamenta la inalienable Libertad de Follación de que tanto nos enorgullecemos. Curioso concepto, porque se puede decir que agrupa prácticamente todas las actividades sexuales menos casi al follar al pie de la letra entendido. Lo incluye, claro, pero solamente como un episodio más, aunque sin duda importante, de la intensa vida sexual de que gozamos todas las ciudadanas en edad y con capacidad de tenerla y disfrutarla. 

------¡¡Uuufff!!, otra vez la pesada de la ROM, así no habrá quien acabe, pero vaya. Que dice que recuerde de nuevo que se dijo que "follar" se utilizaba como sinónimo de "orgasmar por cualquier vía", matizando ahora, a su vez, que ese "orgasmar" también puede significar "estar en camino hacia ello", así que lo aclaro------.

Naturalmente, lo normal es que en estos lujuriosos líos o bollos también haya más tíos, con lo cual frecuentemente se han de hacer ciertas concesiones homosexuales, pero para que no se te eche del grupo es suficiente con que, aunque se esté cerrado a tal tipo de planteamientos con esos otros varones adultos, al menos no dar muestras de desagrado si eventualmente se produce algún roce o colisión anatómica cuando cada uno de nosotros está apaciblemente entregado a su depredadora labor sobre las devorables mujeres. 

Claro, si encima los tíos tienen o tenemos química entre nosotros, la cosa aún es más sublime, pero aun sin tales circunstancias más o menos gays, las cosas se desarrollan a un nivel no ya más que aceptable, sino declaradamente sensacional.

No obstante, que quede claro que, por más cachondos y ebrios o ansiosos de placer que andemos, los tíos no somos ningunos brutos, y en todo momento velamos por no aplastarlas ni chafarlas físicamente, nada nos pueden reprochar al efecto, y antes bien, está demostrado que las únicas que muy frecuentemente siguen descargando tan alegre y despreocupada como completamente su peso sobre sus "víctimas" son ellas, y eso les pasa incluso en sus propias relaciones lesbianas. 

No, ni las aplastamos ni las dañamos, pues siempre buscamos pesar livianamente, y en todo momento nuestras manos, o codos, o rodillas, o pies, reciben y soportan una parte importante de nuestro peso total cuando estamos sobre ellas, lo que nos permite ejercer la presión justa y precisa sobre esas sus anatomías que tan fervorosamente abrazamos. 

Por el contrario, como seguimos siendo una especie con, aunque no exagerado, si visible dimorfismo sexual, ellas se piensan que, comparativamente, no pesan nada y ya está liada. Bien, pasar no pasa en realidad nada, pues por nuestra permanente conexión telepática, enseguida ellas mismas sienten lo mismo que la persona excesivamente oprimida, y como la cosa no tiene nada de erótica y carece totalmente de gracia, de inmediato corrigen, por no perder el hilo, con lo que, como se ha dicho, finalmente no pasa nada de nada. 

O sea, que no las aplastamos ni nos aplastan, y lo normal es que, cuando ya nos hemos corrido todas al menos un par o tres de veces, entonces los tíos penetremos de verdad en el grupo y, organizando una bonita rueda, comencemos a follárnoslas frontalmente una tras otra hasta que nos digan basta o nos requieran que las montemos por detrás, por su sitio, pero por detras, la postura de la Naturaleza que el ser humano cambió por el cultural abrazo frontal, dando con ello un espectacular salto adelante en las relaciones estrictamente emocionales, pero dejando, a otros niveles digamos que más físicos, básicamente bastante inutilizado el no tan presunto punto o zona G. 

En cuanto a la proporción que los coitos significan sobre el número total de orgasmos en el caso de las mujeres, apañadas irían las pobres si tuvieran que depender de la penetración para alcanzarlos, aunque no deja de resultarles una vía bastante efectiva cuando, sucesivamente y sin reposo, son penetradas, en la posición de la Naturaleza y no en la cultural, por sucesivos varones que nos vamos corriendo unos tras otros en su interior, todo ello mientras ellas, a su vez, devoran o se devoran frontalmente con otra u otras personas, llegando por tal camino las chicas a alcanzar orgasmos realmente espectaculares, e incluso el siempre codiciado, y sólo al alcance de ellas, orgasmo permanente. 

Bueno, permanente, permanente no es ni esa modalidad orgásmica ni nada, claro. Pero tales efusiones quasi epilépticas tienen realmente una duración inusitadamente larga, desde los cuarenta y cinco segundos hasta casos de dos, tres o incluso más minutos, períodos que a su vez pueden y suelen incluir picos o sobreorgasmos de, aunque puntual, todavía mayor intensidad, así que, en conjunto, el tema es toda una pasada. 

No obstante, como los descritos procesos mediante penetración les llevan bastante tiempo, en general las mujeres suelen optar por obtener sus disfrutes esencialmente por la fundamental vía clitoridiana, que puede llegar a proporcionarles orgasmos con pasmosa rapidez si, inmersas en el habitual marasmo de deseables cuerpos desnudos en que se desarrollan la mayor parte de nuestras expansiones y actividades sexuales, frotan debida, decidida y golosamente su vulva y su clítoris contra diferentes y más o menos sugerentes zonas de las ajenas anatomías, o bien cuando son más o menos vorazmente ahí atacadas y devoradas por alguna o algún de las copartícipes.

Tanto les encanta esta práctica de ser ahí devoradas que se piensan que, por fuerza, a todos los varones nos ha de suceder lo mismo, y así estamos, que en cuanto nos descuidamos nos la están comiendo, y aunque por supuesto tampoco es que no disfrutemos con ello, ni es como para hacerle precisamente ascos a propuestas de tal índole, sinceramente pienso que, procacidades verbales aparte, nuestro nivel de fijación con el tema no alcanza las cotas que sí que tiene en el caso de las féminas. 

Ello es así porque la mayoría de nosotros solamente disfrutamos las mamadas salvajemente y en plenitud si, al mismo tiempo, estamos siendo objeto de voraces, abundantes y adicionales caricias procedentes de cuantas más actuantes mejor, todo ello mientras también conservamos, por nuestra parte, la posibilidad de estar engulléndonos algún apetitoso manjar sexual. Sí, poderse comer con preferencia suculentos pechos o femeninos culos mientras te la chupan sí que empieza a ser un escenario bastante ideal. 

En todo caso, que quede claro que las chicas, sin que les disguste, porque les agrada, y al margen de situaciones específicas de dinámicas de grupo como las descritas, mayormente y en general nos dejan metérsela por amabilidad y porque nos quieren, ya que, si por ellas fuera, preferirían que nos limitáramos a constantemente refregar golosamente nuestro erecto pene externamente, desde adelante o desde atrás, por toda su vulva y por la zona del pene o glande en miniatura que, en apariencia externa, puede hasta cierto punto semejar el clítoris. 

Tontas no son, por lo que, no en vano, con tales o similares lúbricas fricciones obtienen otra considerable parte de sus siempre gloriosos y tampoco tan infrecuentes orgasmos permanentes, profundas y tremendas expansiones cuyas efectos o consecuencias más inmediatas suelen ser las de desatar todo un auténtico torrente de orgasmos, semen y flujos varios por todo el grupo, y que cuando eventualmente no provocan tal secundaria oleada orgásmica generalizada porque tanto la onda personal como la colectiva ya andan algo más relajadas, son siempre muy comentados, en elogioso tono, por el resto de partícipes, arrancando a menudo también de la divertida concurrencia sofocadas o abiertas risas tanto de estupefacción como de clara admiración. 

Tampoco ha de sacarse de todo esto la equivocada impresión de que en nuestra civilización exista una imposición social "de facto" en el sentido de que los encuentros físicos hayan por narices de ser lo más en grupo y apelotonadamente posible. Para nada es así, claro, pues una cosa es que se tienda a compartir con mucha más gente amplios espacios comunes para follar, cabiendo siempre la posibilidad de voluntariamente agregarse a la "secuencia principal", (tonto sería el negar que es una realidad esa tendencia y apetencia general que, una y otra vez, nos lleva o conduce a acabar, voluntaria y activamente, sumergiéndonos en esos fregados comunes y masivos), y otra muy distinta es que no haya también el suficiente espacio en nuestras vidas y en nuestras mentes como para que, si a cada cual su camino la conduce en determinados momentos por tales sendas o vericuetos, entremos en íntima o sagrada relación a dúo con quien, pese al innegable avance de la telepatía, aún tengamos ciertos cabos sueltos por atar, por no conocernos o conocerse desde demasiado tiempo atrás. 

Y hay más situaciones que suelen requerir, y lo tienen, un particular y privado espacio físico, como sucede cuando, pongamos por caso, se intenta o nos concentremos en encontrar las afinidades que, en un modesto pero siempre difícil trío, conducen a aceptar que el único sistema de funcionamiento interno posible siempre será el del dos contra una, y que, por lo tanto, se ha de definir quien asume en cada momento el papel de suculenta víctima a devorar, y quienes el de ser sus más desenfrenadas depredadoras. O sea, que hay espacio para todo, tanto para el sexo abiertamente en grupo como para el a veces necesario más reducido o privado, y cada una a su libre bola, que es lo suyo. 


Con tanta actividad física para mantenernos vigorosas por una parte, y con tanto contacto humano por otra, el resultado es que sudamos un montón, claro, pero ello no representa problema alguno, porque ingerimos con regularidad tanto líquido como sea preciso, mayoritariamente agua, y está demostrado que, si se va depilada y se mantiene un razonable nivel de higiene personal, la sudoración no produce fuerte o desagradable olor alguno, sino a lo sumo uno muy tenue, poco perceptible, no necesariamente desagradable y, en todo caso, bastante más discreto que otros olores, tampoco necesariamente desagradables, que se producen en nuestros encuentros sexuales. 

A fin de proveer adecuadamente a mantener la hidratación, cualquier follatorio incluye siempre una serie de tubitos extensibles fijados a las paredes, y equipados con boquillas lavables o desechables por los que se obtiene, por succión, el suministro de agua que se desee o se necesite a la temperatura que hayamos previamente fijado en el dial de la pared.

Para nada entendemos que, en épocas ya razonablemente higiénicas, perduraran tanto tiempo las manías con lo del sudor y el sexo, porque cuando tan inocua y húmeda segregación glandular nos empapa en el transcurso de estos ardorosos encuentros, ese rebozarnos desnudas las unas sobre, contra o bajo las otras, se ve beneficiado por un incremento de la sensibilidad táctil que, según las estudiosas del tema, supone un salto comparable al que debe de haber entre frotarse pieles depiladas o no depiladas, extremo cuya exactitud o no nunca podremos constatar, ya que no hay nadie en este mundo que no quiera llevar su cuerpo agradablemente lampiño. 

Y ya de puestas a comentar chorradas, os voy a dar un apunte científico, por si os resulta curioso o útil, y es que está comprobado que jadear aparatosamente, rugir e incluso gruñir como un cerdo (o como una cerda, pero es que los varones somos más de gruñir, y las mujeres más de jadear y gemir), si bien no necesariamente siempre mejora en sí el trance orgásmico, si que incrementa, amplificándolos, los efectos benéficos que para la salud, especialmente la coronaria, tienen los nunca bien ponderados orgasmos si se ha llegado a buen puerto sin forzar en exceso la maquinaria. Durante la juventud, claro, ello puede tener una importancia relativa, pero no es así a partir de cierta edad, por más vigorosas y jóvenes que nos mantengamos. Además, seamos totalmente sinceras, sí que se disfruta más gruñendo o rugiendo. 

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Bueno, pues, para cerrar la parte física de la sexualidad, qué mejor que estas dos tomas de pantalla que reproducen lo que Google entiende por "sexualidad intergaláctica" y "promiscuidad intergalactica" respectivamente, prueba, por sí sola, estremecedora de los auténticos niveles de represión sexual real en que vive inmersa nuestra sociedad, tanto presunto sexo o pornografía gratuita en la red, pero, en cuanto a libertad sexual real, vivís donde vivís, ya que a mí me matáis al no defenderme, nada que ver con las realidades de los años setenta, y mucho menos, aún, con los prometedores escenarios que al respecto se dibujaban. 

Y quienes, optimistamente, se piensen que puede tratarse de un mero problema de no haber buscado en el idioma adecuado, pues que hagan esa búsqueda en la lengua mundial, y verán, verán que gran diferencia, jajajajaja. Sí, igual o peor. 

No, en francés no lo sé, a lo mejor por ahí... aunque tampoco lo creo, si bien reconozco que es una creencia a priori, ni siquiera un pensamiento, ya buscaré, a ver :-) 
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saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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dilluns, 25 de març del 2013

Año 28.251: Ciertos detalles sobre cómo somos y cómo nos ven desde el Cosmos

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Queridos lectores o lectoras (que alguno o alguna hay :-D): 

Desearía haber proseguido hoy esas publicaciones (de momento tan solo iniciadas en el post "Nuestro voto para quien responda estas preguntas") de colaboraciones ajenas (que espero no estén sometidas a derechos de copia :-D) con las que puedo estar en pleno acuerdo o desacuerdo, pero que suponen enfoques actualmente vigentes sobre cuestiones para nada carentes de importancia e interés. 

Sin embargo, mi rumbo mágico me ha señalado que debo proseguir publicando más fragmentos de ese texto del futuro, y que esas otras publicaciones, por ahora, se irán quedando para períodos, cortos o largos, de más paz, normalidad y tranquilidad. 

Por lo tanto, ahí va esto. Y recuerden, el genérico del lenguaje, en ese mundo futuro, sería el femenino, lo más próximo a la @ que utilizan en su lenguaje cotidiano :-) 
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Las paleocriptógrafas, en primer lugar, y la humanidad entera después, hemos buscado sin éxito una obra titulada "Concepto Rosacruz del Cosmos", porque parece ser que anticipaba, y hasta ampliaba, muchas cosas que nos están siendo ahora dadas a conocer. 

Pero no hemos podido encontrar ejemplar alguno, y sólo sabemos sobre él tanto que hablaba de todos estos temas como que fue injustamente rechazado por la intelectualidad de vuestra época porque, por una desgraciada falta de actualización, en tal libro no se sustituyó la palabra "raza" por la de "etnia" o "cultura", pese a que el por otras razones tan denostado término era utilizado claramente en esta segunda acepción políticamente no tan incorrecta. 

Las intergalácticas nos dicen que hemos de tener paciencia, y que el progreso en el conocimiento del Parauniverso es normal que nos resulte un esfuerzo especialmente penoso en general, dado que aún carecemos, despiertas, del control de parasentidos que son esenciales si se quiere saber de verdad de qué va tal Parauniverso, y que los hemos aún de desarrollar como especie. 

Y tal desarrollo como especie, a escala de la duración de una vida humana, es un proceso en la práctica realmente muy, muy lento, porque nos dicen, sin querer ofendernos para nada sino tan solo ilustrarnos, que en esas otras dimensiones venimos a ser algo así como lo que en nuestro mundo físico pueda ser un organismo que solamente tuviera o tenga el sentido del tacto. 

Así que, dadas tales limitaciones, nos seguimos dedicando a follar y tal como locas, a fin de acumular la mayor cantidad de "conocimiento", y menor de "cocimiento" posible. Pero, en lugar de acudir a procesos científicos para alargar más y más la vida, como estamos convencidas de que vivir sin orgasmar masivamente no merece gran cosa la pena, y también de que nos reencarnaremos en nuevos seres humanos si así lo queremos y no optamos aún por progresar a un estadio superior tanto de conciencia como de existencia, cada sesenta y cinco años, más o menos, decidimos cambiar de hardware.

Es lo que hay, así que ¿para qué prolongar tontamente la más que previsible decrepitud? Y no es solamente ya la cuestión del hardware, sino que, además, también están los problemas de la saturación informativa, porque el disco duro de nuestro cerebro tiene una capacidad enorme, pero limitada, y cada vez el razonar y los pensamientos discurren más lentos, por haber mucha más información a consultar o contrastar, y mucho menos espacio libre, y menos accesible, en el que ir "guardando" o "salvando" las nuevas conclusiones o elaboraciones alcanzadas. 

Y es que eso de que el saber no ocupa lugar, aparte de ser una bonita frase, solamente podía pasar por cierto cuando la gente, por promedio, no vivía ni la mitad de esos sesenta y cinco años, y la actividad intelectual de las rutinarias y duras vidas de las humanas de aquel entonces aportaba cotidianamente más bien pocos alicientes o datos realmente nuevos como para que estas enteramente respetables personas pudieran llegar jamás a la sobreocupación total de sus recursos mentales de memoria. 

Pero, para qué nos vamos a engañar, es dífícil saber qué pesa más en este desinterés por prolongar más y más nuestras vidas, porque lo del declinar físico también tiene su tela. Así, y aunque está demostrado que, si son moderadas, unas ciertas dosis de vigorexia, prolongadas a lo largo de toda nuestra vida adulta, en conjunto resultan globalmente mucho más beneficiosas que perjudiciales, mantenernos jóvenes y fuertes implica por otra parte, y de un modo ciertamente un tanto paradójico, hacer un mayor desgaste de nuestras infraestructuras corpóreas. 

Es así, y si bien tanto nuestro sostenido esfuerzo físico como los avances bionanotecnológicos permiten que, a todos los efectos, podamos vivir tan dinámicamente la adultez como si fuéramos plenamente jóvenes o aun incluso niñas, ello, a partir de cierta edad, pasa a ser de todo punto imposible, la maquinaria está gastada por su superior uso, la cuerda genética agotada, y lo único que quedaría por vivir sería la decrepitud con poca o inexistente actividad sexual y demás.

Y por más que nos produzca una benéfica sensación el saber que la gente es hoy en día tan sumamente feliz, y que en nuestro seno albergamos y cultivamos a esta adorable infancia tan sumamente bientratada que a todas nos ilumina constantemente con su luz y su tan incomparable como inagotable amor, todas tenemos también nuestra vertiente narcisista y egoísta, si no no seríamos humanas, sino algo superior, y sin disfrutar de un buen y generoso caudal de surtidos y excelentes orgasmos está claro que en la Tierra no hay ni Paraíso ni mínima aproximación al mismo. 

Ellas, desde luego, aprueban calurosamente lo de que nos muramos a la edad que lo hacemos, porque afirman que, a partir de más o menos esa edad, los humanos nos convertiríamos en fuentes muy pobres de emisión de paraenergía, y si biotecnológicamente nos diera por vivir mucho más (cosa que está a nuestro alcance, pues ahí están aquéllos que por razones sociales hacemos y procuramos que vivan más), la situación se agravaría bastante, ya que entonces no solamente habría una proporción notable de población pobre en esas emisiones, sino que, claro, se habría de reducir drásticamente el número de bebés, dado el insoslayable límite poblacional; y, como todo el mundo sabe, la mayor potencia de emisiones de energía positiva la efectúan derrochadoramente a su alrededor tales encantadoras criaturas. 

Nos aclaran, además, que ya no debemos temer a la inutilidad psíquica del suicidio como medio para poner fin a la Vida antes de hora, al haberse pasado a considerarse, intergalácticamente, que la forma propia y natural de morirse en nuestra especie y en nuestro estadio actual de progreso racional ---[ y que, en la actualidad, prácticamente todas seguimos o seguiremos, basada en ser técnicamente asistidas durante todo ese trayecto de dos años que recorremos cuando decidimos quitarnos de en medio ]---, es precisamente el suicidio, siendo las demás formas de deceso desgraciados accidentes o alguna otra eventual fatalidad. 

Tranquilas, no se trata de dos años atadas a tubos o cosas raras, para nada. Por el contrario, se conservan de todo punto las facultades tanto físicas como mentales o emocionales en los niveles propios de esas edades, y se trata sobre todo de un proceso o itinerario básicamente mental. 

Bien, volvamos al "núcleo", y al respecto entiendo que lo hasta ahora aquí y allí comentado no son sino manifestaciones o efectos más o menos sorprendentes de la energía, que debería de llevar mayúscula, pero me temo que si así lo hiciera muchas de vosotras pensaríais que os estoy intentando vender una nueva versión de la vieja moto sobre un dios super manipulador que constantemente está encima de las humanas, y no es esa, para nada, mi intención, porque pienso, como casi todas, que solamente un dios bastante idiota se podría preocupar, aunque seguro que pudiera hacerlo, de dedicarse a guiar nuestras insignificantes vidas de bacterias sin ningún interés especial y perdidas en el tal vez infinito marasmo cósmico sideral. 

O sea, nada en común con la realidad, en la que las, aparte de nosotras mismas, las únicas extraterrestres que de verdad se preocupan y se han preocupado de vez en cuando algo por nuestras humildes personas han sido nuestras diseñadoras, y ellas no son, ni tal pretenden ser, más ni menos dios que lo que pueda serlo cualquiera de nosotras. 

Por lo demás, estamos convencidas de que, en el terreno de las interferencias "divinas" o de similar tipo, no existen de por sí nada más que las accidentales o inevitables, ni hay determinismo alguno ni nada de nada de esas paparruchas aún tan persistentes en vuestra nefanda época, donde al padecerse aquella ominosa opresión, se intentaba constantemente venderos como normal lo que para nada lo era, ni resistía un elemental análisis mínimamente objetivo y racional. 

Y es que el hecho de que Dios, la Energía, el Universo o Quien Sea pueda hacer una cosa no significa para nada que realmente la haga. ¡Qué cortedad de miras, y qué forma tan ridícula, raquítica y estúpida de abordar lo que supone el sublime y hermoso, grandioso concepto del "Pensamiento de Dios" (o "Pensamiento de la Energía", si así os gusta más)! Porque una ofensa, y no otra cosa podía ser, el pensar que tal Ente se dedicaría obsesiva, constante y permanentemente a la tarea de vigilarnos estrechamente con especiales atención, cuidado y mano dura, como si a nivel cósmico fuéramos realmente algo mínimamente relevante, siempre la soberbia del antropocentrismo presidiéndolo todo, ¡por favor...!  Vaya birria de dios, ¿no?, si su mejor obra fuimos los seres humanos, es como para petarse de risa. 

Ahora bien, una vez aclarados según qué extremos, que quede claro que si que hay (¡madre del alma, qué súper horrorosa sucesión de "ques", debo de haber batido mi propia y ya de por sí bastante penosa marca!), que hay y existe una supervisión generalizada y totalmente detallada, aunque en momento alguno intrusiva, de todo lo que acaece en el Universo, llevada a cabo al parecer por las propias estrellas que, como podéis comprender, es obvio que son inimaginablemente superiores a nosotras en capacidades y absolutamente en todo, y lo que para nosotras o incluso para nuestras intergalácticas sería una tarea inabordable, gente como Bellatrix, Vega o Arcturus, o nuestro mucho más cercano Helios, la llevan a cabo, como aquélla o aquél que dice, sin ni siquiera enterarse, como si a todos los efectos fuera tal tarea una de sus tantas subrutinas más elementales. 

Pero las finalidades de tal supervisión son meramente informativas o documentalistas, careciendo, insisto, de vocación intervencionista alguna, y si pensamos a fondo sobre ello habríamos de llegar a la conclusión de que, en todo caso, esa supervisión (por lo que tiene de positivo el que alguien, aunque sea tan lejano, pueda interesarse por si las cosas le van a una bien y tal), más bien implicaría vertientes benéficas que no de otro tipo. 

De ordinario, es la estrella más cercana a los escenarios la que se encarga del tema, por lo que en nuestro caso estaríamos hablando de Helios, nuestro Sol. Pero también otras estrellas relativamente cercanas, e igualmente las especialmente grandes y poderosas, pueden tomar parte en la tarea, y a veces incluso llegan a intentar ponerse en comunicación directa con nosotras. 

Lo más habitual, naturalmente, es que seamos nosotras quienes les hagamos petición previa de comunicación. Pero sin embargo, ¿quién no se ha visto alguna vez sorprendido por el sugerente titilar de Sirio, cuando se halla cerca de su orto o de su ocaso y por ello su luz ha de atravesar mucha más masa atmosférica, enviándonos obvios mensajes en secuencias de rapidísimos destellos de variados colores pese a que supuestamente ella es tan sólo blanco azulada? 

Sí, normal o conscientemente, hemos sido siempre incapaces de descifrar tales mensajes, pero bien nos consta que sí que han tenido lugar. Y quien habla de Sirio habla de muchas otras estrellas "parlantes", Rigel, Procyón, el mismo y siempre comunicativo Arcturus, Vega, Altair...

Sirio, una estrella a la vez algo grande y cercana y, por lo que ahora ya sabemos de fijo (gracias siempre a la misma preciosa fuente extraterrestre), responsable general y máxima de esta pequeña comarca estelar, aunque en momento alguno nos hemos de olvidar que quien principalmente nos atiende a nosotras es, por supuesto, nuestro Sol, con lo que lo mejor y más correcto es que lo saludemos cada día cuando se deja ver, porque si no se entristece, aunque no por ello nos deja de querer. 

Comprendo perfectamente que, a muchas de vosotras, todo lo que pueda hacer referencia a Dios, con mayúscula, os dé directamente urticaria, visto lo que al respecto hubisteis de aguantar en vuestros tiempos. Pero, honrada y sinceramente, pienso que el tratamiento y las explicaciones que aquí se han dado respecto a cualquier posible Ser Supremo no tienen nada que ver con todas esas abominaciones impropias de poder ser albergadas en cualquier mente mínimamente racional. 

En todo caso, y al margen del mayor o menor intrínseco interés que puedan tener tal tipo de especulaciones o certezas, lo fundamental, para cualquier ser humano, es su crecimiento, personal y como especie
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Y del crecimiento como personas y como especie, bajo esa concepción llevada a la práctica en un futuro que no sé por qué parece tan cercano y lejano al mismo tiempo, debería ir, en principio, un muy próximo post, tal vez el siguiente mismo. 

Pero ello, definitivamente, y aun "censurando" parte de lo que en tal texto aparece, comportará de todas maneras el cierre definitivo de este blog, pues visto está que los y las castradoras de niños y menores en general hace décadas que van ganando la partida, creando los correspondientes e impepinables monstruos asociales, de ahí la inevitabilidad del desastre que afrontáis (afrontáis, sí, yo, de aquí a nada me muero, o me mato, antes que seguir compartiendo el mismo Planeta con determinados fascistas nigromantes disfrazados de progres
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saludos cordiales :-) 
ET & forrest gump. 
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poetry.mirtesen.ru


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divendres, 22 de març del 2013

Año 28.251: Policía, Baile, Ejército...

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Apreciados lectores o lectoras :-)  

Bueno, la vida sigue, ¿no :-D? Así que, por lo tanto, sigue también la transposición de ese relato del futuro que quienes me persiguen y acosan no quieren permitir que se pueda ni seguir divulgando, ni siquiera mantener en la RED, no pararán hasta hacer desaparecer todo rastro de mi obra, aparte de cargarse también a mi humilde persona. 

Venga, al relato, al relato, que la vida sigue, y Helios alumbra para todas y todos, bienvados o malvados, hasta que nos llegue nuestra hora. 


Más decepciones que os deparará esta sociedad del futuro a las anarquistas: aún existe la Policía. 

Existe, sí, aunque ahora ésta es una función que desde hace siglos desempeñamos obligatoriamente, aunque a tiempo parcial, todas las mayores de edad en algún momento de nuestras vidas, durante un período de duración mínima de tres meses y máxima de dos años. El "Servicio Policial", sí. 

Tal decisión se adoptó una vez que se razonó y comprendió que, por implicar que todas interpretaríamos con seguridad y en el transcurso de nuestras vidas ambos papeles en el juego general de "policías y ladrones", ésa era la única vía o metodología concebible para conseguir que, de verdad, tal colectivo se dedicara, básica y esencialmente, a combatir la delincuencia y no, por citar algo (y como ya había sucedido en épocas pasadas), a realizar funciones de persecución política sobre la ciudadanía, especialmente sobre la más activista, eso cuando no eran el núcleo de tinglados semimafiosos o mafiosos del todo, tinglados favorecidos también, claro está, por circunstancias como las prohibiciones sobre drogas o la marginalización del lamentable, pero entonces aún existente e inevitable, comercio sexual. 

Bien, hay policía, pero ciertas ramas de otros tiempos, como la de las antidisturbios o la secreta político social, ya no existen, con lo que los disturbios propiamente dichos también dejaron prácticamente de existir. 

¡Es que ni un triste tumulto, vaya! Desaparecidas las represoras y, con ellas, una buena parte de las provocadoras, las propias manifestantes ya se encargan de controlar, por ser ello ya un absoluto sinsentido, cualquier actuación o conducta de sus integrantes más allá de lo razonable, no en vano somos una sociedad sumamente pacífica, y cualquier exaltado o exaltada que hoy en día intentara llevar a cabo algún acto dislocado sabría que automáticamente habría de hacer frente a la oposición de todas quienes la rodearan, y el resultado no es otro que el de que nuestras manifestaciones prácticamente siempre transcurren por cauces de, digamos, normalidad. 

Sí, alguna vez nos hemos exaltado tanto que hasta hemos tomado el correspondiente palacio de invierno, pero como no hay nadie para defender tales inmuebles, nunca ha pasado ni pasa nada realmente lamentable, y tras tener invadida la sede de lo que sea el tiempo preciso para que un cuasi instantáneo referéndum ciudadano digital y voluntario dictamine sobre el acuerdo o no con tal ocupación, se procede a atender la reivindicación o a desestimarla, lo que indefectiblemente es seguido por la inmediata y voluntaria salida de las ocupantes, que si perdieron o perdimos (que suele ser lo habitual), siempre dispondremos y disponemos de otras vías para continuar defendiendo nuestras tesis, y sabiendo, por supuesto, que nadie nos pedirá cuentas de nada por tal invasión si en su transcurso no se han destruido porque sí bienes materiales. 

Claro, asumimos que siempre se podrá presentar algún caso dramático, como el histórico que todas conocemos como "la Revuelta de las Idiotas", cuando unas treinta y cinco mil personas ocuparon y se encerraron en un edificio público de poca más capacidad contada en metros cúbicos, y a continuación, como muestra de su inflexible determinación en su protesta y reivindicación, decidieron desconectar la climatización, tesitura en la que allí habrían muerto axfisiadas las muy gilipollas si no llega a ser porque la ciudadanía (gracias a la Red todo se sabe de inmediato) se movilizó al instante y allí se dirigió en masa para acto seguido sacarlas de la instalación a la fuerza, aunque sin en momento alguno pegarles. 

Muy dramático, sin duda, por lo que pudo llegar a suceder, pero, al final, sin víctimas irremediables ni por aplastamiento ni por asfixia, aunque sí hubo un buen mogollón de contusionadas y heridas de menor consideración. Encima, esas inconscientes suicidas hasta lograron que algunas de sus reivindicaciones fueran tenidas en cuenta y todo, lo que rememoramos hoy en día denominando despreciativamente así, "la marcha de las idiotas", a cualquier iniciativa o proyecto en principio absolutamente desatinado que se nos presente o proponga, y nadie se enoja por ello. 

No hay cárceles, ni siquiera para las autoras de los escasísimos y siempre infructuosos delitos de intento de evasión fiscal. Pero sí que existe el arresto domiciliario para tales individuos y, por otra parte, también y para según qué delitos, hay sanciones de otro tipo, como la pena de extrañamiento, deportación o destierro, y se hacen cumplir, aunque condenas de tipo tan severo como las citadas se aplican en contadas ocasiones. 

Y es que, a pesar de que aún existe la policía, después de ya cinco generaciones en la que la materia prima, los delitos, es prácticamente inexistente, se ha planteado socialmente que tan poca cosa igualmente podrá ser resuelta por la comunidad sin necesidad de policía alguna, y está previsto que ésta desaparezca del todo de aquí a lo sumo de doce o trece años. Yo seguramente ya no estaré aquí, al menos con mi actual cuerpo o hardware, pero estoy plenamente de acuerdo con tal medida. 

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Hoy en día a todas nos gusta mucho bailar, y raro es el día en que no lo hacemos en diversas ocasiones. Es lógico, no en vano el Ejército Mundial desapareció hace ya siglos, cuando, cincuenta años después del final de la progresiva absorción o destrucción por el mismo de los diversos ejércitos nacionales o estatales que aún subsistían por aquel entonces, se constató la obviedad de que ya no era necesario tipo alguno de fuerza armada militar pues ¿contra quien habría de luchar?: ¿contra sí misma? ¿contra una presunta invasión extraterrestre? 

Tal desaparición marcó el gozoso y glorioso hito o momento ya mencionado en el cual se produjo el triunfal y definitivo destierro de Ares, funesto a los mortales, no solo de la faz de la Tierra, sino de toda ella en su conjunto, hecho éste ante el cual nos consta que nuestra inestimable Gaia sonrió y suspiró, tanto de alivio como de satisfacción. 

A raíz de tales eventos, lo de bailar dejó de tener las abominables concomitancias con el desfile marcial o la instrucción militar en orden cerrado que hasta la fecha había indudable e innegablemente tenido, tanto rollo de marcar el paso y demás. Y así, hoy en día, cuando nos apetece, claro, y tras dejarnos impregnar, según las personas, durante un mínimo de entre ocho a quince segundos por la melodía y el ritmo de turno, todas nos entregamos, contentas, a mover libremente y hacia donde queramos las partes que queramos de nuestro cuerpo. 

O bien, en nuestro baile o danza, nos desplazamos por distintas dependencias, perfectamente sincronizadas, conectadas y enganchadas con la música ambiental, y con independencia absoluta de cuáles sean los movimientos del resto de bailantes, si las hay. Es sumamente divertido. 

Así, socialmente se considera el súmmum del mal gusto, propio de gente zafia o grosera (que haberla dicen que aún la hay, aunque en escasísima medida, en la vida real nunca te encuentras a nadie así), tanto el ponerse a bailar de inmediato, sin esperar esos segundos de necesaria sincronía con las esferas, como el hacer comentario negativo alguno sobre la forma de bailar ajena, de la misma manera que a nadie se le ocurriría tampoco hacerlo sobre si éste o aquella persona camina bien, mal o un poco raro, porque lo importante es que se ande o se baile, no el obstaculizarlo con reproches de todo punto inadecuados e inoportunos que pueden injusta, gratuita e innecesariamente, herir y zaherir la autoestima ajena. 

Naturalmente, no obstante, mucha gente, la mayoría mujeres (pero para nada la mayoría de las mujeres), forman parte de agrupaciones de las cariñosamente denominadas danzas robotizantes o, técnicamente, danzas de primer nivel, en cuyas evoluciones sí que es requisito imprescindible la mayor coincidencia posible de los rítmicos movimientos arriba y abajo, a derecha o izquierda, de todos sus danzantes. Coreografías, grupos de "majorettes" y cosas así. 

Son muy bonitos de ver, pero hoy en día a eso nadie le llama bailar, sino que se denomina, en el argot de la danza, el DMI o "Desfile a Menudo Inmóvil", por conservar las danzantes básicamente, salvo en recorridos callejeros, siempre el mismo terreno bajo sus pies aunque realicen pequeños desplazamientos hacia aquí y hacia allá. El DMI se integra en la primera y más sencilla jerarquía de niveles del popularmente respetadísimo y admirado arte de la danza. 

Dejando aparte el caso del vals (incluido, tanto por su belleza como por su dificultad, en el nivel tres del arte de la danza), por lo demás nadie entiende en nuestros tiempos esa absurda costumbre que teníais de, por narices, bailar de dos en dos, y tampoco hoy a nadie se le ocurriría hacer tal cosa, ya que no hay quien sienta tan extraña necesidad, porque más sincronía y sintonía físicas y mentales entre las personas que las que se establecen en los encuentros amorosos no se va a conseguir entablar por método otro alternativo alguno, y a nadie se le ocurre, en la actualidad, optar por absurdos sustitutivos cuando lo que se quiere es follar. 

Así lo vemos nosotras, y si a alguien comprendemos de vuestro pasado es a quienes, por un ejercicio de mínima coherencia y dignidad, se negaban en redondo a bailar mientras su concreción fuera aquella castrante y represora instrucción militar en orden cerrado, de dos en dos, y cuyo objetivo era crear parejas, no bailar. 

No nos engañemos. En vuestra época, el baile, esencialmente, estaba concebido como una obligación más a pasar por el varón, y siendo como mucho eso, un sustitutivo, que no una puerta de acceso, a los intercambios emocionales físicos de verdad, constituyendo muy probablemente el mayor de vuestros bastiones, junto con el condón, contra el libre ejercicio de los orgasmos y las relaciones sexuales de verdad, sin innecesarias o intimidatorias trabas intermedias u obstáculos a superar. 

Aunque, eso sí, se le ha de reconocer que era útil de cara a seleccionar a los tíos más folladores, que una vez más, y con tal de quizá algún día meterla, pasaban por esa horca caudina del baile como pasaban por todas. 

Pero tampoco se piensen que esto es un continuo follar de todas con todas, porque no en balde una de las grandes conquistas de nuestro sistema social y consuetudinario fue el rescate del derecho integral e igualitario a, por parte de los varones y no solamente durante su infancia, poder decirle que no a una mujer sin que ello desatara sobre él una catarata de lamentos, reproches o insultos más o menos velados. 

Excepto lógicamente el caso de adultas hacia menores, todo el mundo se puede insinuar a todo el mundo, pero las ocasiones en que tales insinuaciones acaban en rechazo de la contraparte son incomparablemente más numerosas que no las que sí son aceptadas, siendo la costumbre habitual (en esos, insisto, superabundantes casos) la de breve y mutuamente pedirse disculpas, el o la insinuadora por haberse insinuado con error en el target, y quien la rechaza, por esa su negativa. 

Y es que somos, no cabe duda, una sociedad sumamente amable, cordial y educada. 
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Saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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