dijous, 4 d’abril del 2013

Nuestros estigmas como Humanos son las Uñas, los Dientes y la Pilosidad

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Queridas lectoras o lectores: 

Continuamos con el texto del año 28.251 :-) 


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Excepto por lo que se refiere al cuero cabelludo, pestañas y cejas, en lo que hay gran variedad, por lo demás todas vamos perfecta, permanente y completamente depiladas, incluidas barba, axilas y la zona púbica. Ello se consigue mediante un tratamiento gratuito y supersencillo, pues consiste únicamente en la aplicación, por una sola vez en la vida, de una crema que se extiende sobre nuestro cuerpo cuando voluntariamente así se solicita a partir de que cumplimos los catorce años, y que tanto destruye todo tipo de pelo existente como inhibe de por vida el crecimiento o desarrollo de nuevas pilosidades o vellosidades. 

Es, por supuesto, un tratamiento gratuito, y aunque es reversible, sigue sin conocerse caso alguno, ni siquiera por show o espectáculo, de alguien que haya hecho uso de tal posibilidad que, eso sí, ésta es de pago. Ninguna ni ningún  adulta no depilado se comería hoy una rosca, y aunque el arte sea importante, que lo es, follar lo es mucho más. En cuanto a las pilosidades que se puedan tener hasta cumplir la edad indicada, hay otras cremas que, aplicadas cada dos o tres semanas, destruyen todo vello superficial que, de todas formas, y salvo en la zona genital, tampoco es que suela ser mucho hasta tales edades. 

Cuando cumplimos los diecinueve años, para con total seguridad evitar sufrir problemas o dolores perfectamente prescindibles, sometemos nuestro organismo a ciertas reformas adicionales, todas ellas igualmente voluntarias, pero que nadie renuncia a efectuar en su persona, dado que lo que se busca y queremos es ser felices y de vida sencilla. 

Así, tras demostrar razonablemente que sabemos carraspear y toser intencionadamente a voluntad, procedemos a que se nos seccione la vía de información del cuerpo que desata (desataba) automáticamente el mecanismo reflejo de la tos. 

Mantenémonos íntegro, en cambio, el mecanismo de los estornudos, dado que la realidad demostró que era cierto lo de que, entre otras liberaciones y desatascos de carácter más físico que reportaban y reportan, también  sirven para desprenderse de las ideas superfluas, no quizá de todas ni para siempre, pero sí de unas cuantas y por un cierto tiempo, si bien pasaron siglos antes de que a nadie se le ocurriera intentar comprobar o falsar científicamente tal y tan acertadamente inspirada aseveración, quizá la única idea al tiempo certera y original que tuvo aquel erudito y recopilador individuo de vuestra más remota antigüedad, helénica, por variar. 

Pero sin duda lo más llamativo para vosotras, que vivisteis una época de tan conejiles como falsas sonrisas dentudas por doquier, será lo de que nos hacemos extraer absolutamente todos los dientes, dado que nuestro tipo de alimentación perfectamente nos lo permite, para así poder mucho mejor morder o devorar a nuestras víctimas eróticas sin producirles realmente mal alguno, al tiempo que, con ello, se puede afirmar que nosotras hemos recuperado plenamente determinados conceptos, como el de que efectivamente es de bobaliconas permanecer de por sí con los labios abiertos o despegados, o el de que enseñar los dientes, básicamente, siempre fue un gesto de hostilidad y agresividad a lo largo del transcurso de tantos miles de milenios como carga a sus espaldas la Humanidad. 

Y eso por no hablar de que vuestras bocas en realidad no eran nada más que vulgares sepulcros blanqueados para las demás formas de vida y aún para buena parte de la propia Humanidad, pues aquellas encontraban en tal punto de la anatomía su muerte o consunción mientras que muchas personas también morían por carecer de recursos básicos cuando otras se dedicaban a gastárselo todo en tener unos dientes lo más bonitos posible. Definitivamente, preferimos mil veces nuestro status actual de sepulcros sonrosados, y hoy en día no tan solo nos hemos liberado de determinadas tiranías físicas de mantenimiento, sino que tampoco ser humano alguno pasa necesidad de verdad, ni siquiera emocional. 

Tales partes de nuestra anatomía o hardware de serie por fin desterradas nos escandalizaban y escandalizan porque no nos gustan nada, y hoy en día tienen más inconvenientes que ventajas. Pero, en el caso concreto de los dientes, nos escandalizaba también precisamente eso, el que si a cada una de las partes de nuestro cuerpo, aunque solamente fueran las más o menos exteriores, hubiera de dedicársele diariamente tanto tiempo como esas excrecencias óseas requerían para igualmente al final hacer fallida y provocar intensos dolores (porque, genéticamente, el producto ya era de por sí bastante defectuoso), no nos habría quedado en la vida tiempo para prácticamente nada más que limpiarnos, sin margen ni para comer, dormir u orgasmar, y no es broma. 

Imagínense, si no, si cada día hubiéramos de limpiarnos, por no menos de tres veces durante no menos de tres minutos y con productos específicos para cada parte, los ojos, la nariz, las orejas, el cuello, las axilas, el o los pechos, el ombligo, las nalgas, los genitales, los hombros, los brazos, los pliegues de los codos o de las rodillas, los muslos, las pantorrillas.... Hagan cuentas, y verán a qué me refiero. 

Existen prótesis, claro está, que funcionan bajo el mismo infalible principio de adherencia electro hidro dinámico EHE de nuestras chancletas estándar. Y así, cuando a alguien se le ocurre invitarnos a algún tipo de menú tradicional de aquellos en el que tener al menos algunas piezas dentales era y es imprescindible para poder procurarse su correcta ingesta, o bien si nos apetece comer algunos frutos secos, o situaciones así, en un gesto tan normal como lo pueda ser el de proveerse de una cucharilla si se va a atacar un pedazo de tarta o helado, o bien el de ponerse unas gafas para poder mejor leer o ver de cerca, cada cual saca de su bolso o zurrón el correspondiente juego de dientes, perfectamente conservado en asépticas condiciones en el interior de su cápsula unitaria, se lo coloca en la boca, y arreando con la comida.

Pero igual que se hace con las gafas una vez finalizada la lectura, acabada el ágape o degustación nos quitamos la prótesis, y tan campantes. Entendemos y compartimos lo del atractivo esencial de las miradas, pero no comprendemos para nada esa vuestra fijación por los dientes, con lo bonitas y mucho más discretas que son las sonrosadas encías, fijación que llegó a la inimaginablemente mayor perversión posible de terminar dándole muchísima más importancia a lo que se veía en la boca que no a lo que emanaba de los ojos, algo así como una vuelta atrás, como si de nuevo, en vez de darle el mayor nivel de importancia erótica a la emocionalidad transmitida por el rostro de las personas, se hubiera pasado a involutivamente "devolvérselo" a la parte meramente física y animal, los dientes, las tetas, las nalgas, los genitales... Y es que, la verdad, estabais como cabras. En fin. 

Optamos por hacernos extraer toda la dentadura en lugar de inhibir biogenéticamente todo crecimiento posible precisamente porque siempre tenemos muy presente el que, por muy sólida que pueda parecer, cualquier civilización humana puede caer; y si ello sucediera, sería una calamidad adicional que quienes, desde su más tierna edad, hubieren de afrontar tan catastrófico escenario, se encontrasen sin ningún tipo de herramienta de masticación, ni natural ni artificial. 

Tanto han cambiado hoy las cosas que una de las letanías que más ha de repetírsele a la infancia, sin por otra parte faltar con ello en lo más mínimo a la verdad, es la de que las encontramos extraordinaria e igualmente guapas pese a que aún tengan dientes, aunque la verdad, para bonita, bonita, y apacible, la boquita de un bebé aún sin dentición, nada puede haber en el mundo de apariencia más inofensiva. 

También, respecto a las uñas les decimos lo mismo, y es que es verdad que, a pesar de todo son muy guapas, indudablemente queda mucho más estético, y es incomparablemente más cómodo, prescindir de ellas como se puede hacer, siempre gratuita e indoloramente, a partir de la mayoría de edad. Así que de esta manera las consolamos y les instamos a que se armen de paciencia, y a seguírselas cortando hasta que cumplan los dieciséis, que si se hace antes puede no quedar bien.

No siempre fue así, y en nuestros tiempos pasados se invirtieron numerosos y excesivos recursos en, por ejemplo, los implantes de células madre dentales, aunque al menos no de origen embrionario, para sustituir, mediante su crecimiento natural, las piezas dañadas de quienes poseían determinado o superior nivel económico. Pero bien, por entonces no había aún tanta gente sobre el Planeta, ni habíamos pasado aún la ReEvolución y su subsiguiente reparto verdaderamente equitativo de los recursos, y ahora, de los dientes, uñas y vellosidades pensamos lo que pensamos y hacemos lo que hacemos con ellas, y para nada las echamos de menos.  



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Pues bueno, ¿qué quieren o queréis que os diga... :-D ?

Lamentablemente, sigo sin tiempo para poder editar dignamente esa cadena de posts pendientes de colaboración ajena, por lo que, por ahora, en los sucesivos posts habremos de seguir conformándonos con conocer cómo será ese nuestro futuro ligeramente remoto X-D , veintiséis mil años no son nada comparados con la antigüedad real de la Humanidad. 

saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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