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estimado lectorado:
Bien, muy conmovedor y tal la cuestión bebebeológica comentada al final del precedente post, pero hemos de seguir, así que pasemos a nuevas consideraciones, como la de que vivir en Ciudad Capital tiene sus limitaciones de diversos tipos, no siendo precisamente la VAG una de ellas.
Así, por ejemplo, salvo por una única vez en la vida, no nos está permitido visitar los entornos naturales de esta península, la más occidental del mayor continente del planeta, porque, a poco que nos diera por repetir la aventura, seríamos tantos y tantos millones de personas distribuidas en cada momento por su superficie que el resultado sería fatal, la arrasaríamos aunque no quisiéramos.
En fin, que una cosa es agrupar a tanta gente en algo que, al fin y al cabo, no deja de ser sino una gigantesca máquina de supervivencia sumamente eficiente como es el caso de Ciudad Capital, y otra muy diferente es que cada fin de semana se desparramen más de mil millones de personas por un entorno natural de poco más de medio millón de kilómetros cuadrados y pretender que ello no tenga consecuencias fatales. En cambio, los habitantes de Ciudad Satélite si que tienen derecho a visitarla cuando quieran, porque solamente son cincuenta millones, y es de las poquitas cosas que les envidiamos.
Y claro, tanto en los territorios que se extienden al norte de esta sensacional ciudad como en las dos penínsulas relativamente próximas situadas hacia el este en este magnífico mar interior, hay también restricciones a nuestra entrada por similares motivos, con lo que las habitantes oficiales y habituales de Ciudad Capital somos las únicas terrestres que si queremos salir de nuestra ciudad hemos de pensar en hacerlo hacia algún destino distante no menos de dos mil kilómetros, Bueno, si que hay unas pocas más en el mundo que comparten nuestra suerte y se ven así, el puñado de millones de personas que viven en las islas Norte y Sur situadas al este del menor de nuestros continentes no congelados.
Tampoco podemos, en Ciudad Capital, pasear libremente por su superficie, porque si ya se estima que nuestra población esquilmaría un territorio de más de medio millón de kilómetros cuadrados, ¿que no sucedería si nos desparramáramos por nuestros escasos trece mil quinientos kilómetros cuadrados de superficie vegetal de los que, es un decir, "disfrutamos" en esta ciudad?
No, salir a pasear por la superficie es difícil, aunque sea sin salirse de sus cuatro mil quinientos kilómetros cuadrados dedicados a vías de comunicación (de uso exclusivo para peatones, bicis y asimiladas, claro), y solamente se puede hacer si se dispone de los correspondientes slots, que en la mayoría de los casos, y una vez agotados los poquitos gratuitos que semanalmente nos corresponden, no solamente son de pago, sino que además son bastante caros.
Así, un pase de un par de horas en un horario normal no te baja de los cinco HSB, y en la hora y puntos cargadas una simple hora te puede llegar a costar cincuenta o más. A cambio, desde nuestros apartamentos disponemos siempre de unas vistas impresionantes, en las que están mezcladas, eso sí, pero con la máxima armonía posible, nuestro gigantismo urbano y los encantos propios y primigéneos de la Naturaleza.
Hay bastante polémica con esto de los slots, y algunas afirman que, en realidad, básicamente sólo están siendo, como cualquier otra cosa, un instrumento más en manos de la Administración Redistribuidora para permitirle efectuar buenas recaudaciones por tal vía, y que, salvo muy puntualmente, no pasaría nada si a la gente se la dejara acceder a la superficie libremente, como actualmente ya está permitido hacerlo a partir de las doce de la noche y hasta las cuatro de la madrugada.
A mí no me acaban de cuadrar esas otras cuentas, sobre todo los días en que albergamos a toda la población mundial, y como al final, en caso de extrema necesidad, siempre encuentras a alguien que te ceda generosamente alguno de sus pases, la realidad es que no sé qué pensar exactamente acerca de la cuestión, ya que bien a la vista está que, argumentalmente, enseguida me pierdo con este tema.
Y de ir a la playa ya mejor ni hablemos. Tan escasísima es la proporción de metros cuadrados para los habitantes que tiene la ciudad, que hace ya tiempo que se decidió que las estancias en las playas urbanas se sortearían todas en su integridad, día a día y sin preferencia de tipo alguno, y así estoy yo, que hace un par de años que no me toca ninguna.
No obstante, tomamos el sol y hasta nos bañamos, pues para eso disponemos de las inmensas terrazas de los megaedificios en que habitamos, no las de los sub-bloques, sino las que coronan los armazones generales de nuestros inmuebles, sean éstos de viviendas o de equipamientos, teniendo todas ellas allí al menos una piscina. Y a pesar de que las aglomeraciones siguen siendo grandiosas, al menos un cierto ratito durante un cierto número de días del año se puede estar, y hasta es posible darse algún chapuzón.
Por supuesto, y por relatar limitaciones de otro tipo (y ésta, además, de alcance no solamente urbano, sino planetario), está totalmente prohibido enterrar los cuerpos de las humanas fallecidas, pues carece de sentido tamaño despilfarro de recursos, aparte de que por tal camino solamente sería una cuestión de tiempo el que el planeta se convirtiera, todo él, en un ilimitado cementerio, estamos hablando de unos veinticinco mil millones de "traspasos" cada siglo.
En lugar de los tan abominables y absurdos como macabros enterramientos ---[ normal el que, en vuestra época, se pudiera montar tanta peli de terror en base a ellos ]---, con nuestros despojos se puede elegir (y así se hace en vida), entre incinerarlos, convertirlos en un producto que, para que nos entendamos, llamaré Soylent Green (producto que tiene una cierta salida, si bien a la mayoría, aunque haciéndonos las valientes lo hayamos probado en alguna ocasión, y también reconozcamos que no está mal de sabor, nos sigue dando bastante repelús), o abandonarlos en las áreas naturales para su reciclado por vías totalmente ecológicas.
La incineración (para mí, el método ideal, ya que devuelve prácticamente todo a la atmósfera, y por tanto al Planeta, en un plazo de tiempo brevísimo y en forma de gases), es un servicio universal y gratuito. Por lo del Soylent Green te pagan algo si quieres, y lo de las vías totalmente ecológicas sale bastante caro y es de compleja tramitación, por lo del transporte y tal, y porque es bastante incoherente, ya que, paradójicamente, es la menos sostenible de todas estas prácticas u opciones, y la que requiere de un mayor gasto de energía, pues carece de reaprovechamiento energético posible alguno, salvo que nos comiéramos a los cuervos u otros bichos así, cosa que por supuesto no lo hacemos ni en pintura.
saludos cordiales :-)
ET el desalmado & forrest gump.
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El CO2 salva al planeta del peligro de congelarse en una glaciación Compensa así el efecto creado por las turberas, cuya expansión enfría el planeta
ResponEliminaTexto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/78738-co-salvando-civilizacion-peligro-congelarse
Científicos suecos de la Universidad de Gotemburgo aseguran que nuestro planeta está entrando en una nueva época glacial y solo el CO2 que producimos nos está salvando de la congelación. Según los investigadores liderados por Lars Franzén, durante los últimos 3 millones de años la Tierra pasó por al menos 30 épocas glaciales ‘pequeñas’, una de las cuales duró desde el siglo XVI hasta el XVII y probablemente se detuvo a causa de la actividad humana. El aumento de la deforestación y la expansión de las tierras agrícolas, en combinación con la primera etapa de la industrialización, han conducido a que crezcan las emisiones del dióxido de carbono a la atmósfera y esto ralentizó el enfriamiento del planeta.
Texto completo en: http://actualidad.rt.com/ciencias/view/78738-co-salvando-civilizacion-peligro-congelarse
que tal forrest??? desde montevideo noticias fresquitas... :)
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EliminaQuerido crosscountry:
Gracias por la información, pero eso mismo expuse ya yo mismo en el post "Quememos la Tierra" del CrashOil. Si, en mi anterior vida como sr. eladio, y justo, además, en el que cambié el nickname a forrest gump. ¡Qué tiempos!, crosscountry, qué tiempos.
Cross, ahora que ciertamente estás en Uruguay, lo puedes decir: ¿verdad que tu vivías en Galicia y no en el Levante, jajajajaja ??
Te deseo mucha suerte, y si algún día te vieras realmente apurado, escríbeme a la dirección buzonblogset. Del "gemail", punto com, claro.
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