diumenge, 14 d’octubre del 2012

Sobre la indudable existencia del ParaUniverso

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estimadas lectoras o lectores: 

Mirad, mirad lo que, antes de lo publicado aquí mismo en su momento sobre el por qué de la indudable existencia de dios, dice al respecto de ese presunto ParaUniverso ese mismo texto del futuro con genérico de lenguaje femenino... 

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Enterradas las religiones, entendidas éstas como agrupaciones de las personas en función de sus ideas sobre el tema ---[ y es que a nadie en sus cabales se le ocurriría en la actualidad organizarse bajo tal criterio, ya que en torno a él lo único que cabría esperarse serían absurdos e indeseables sometimientos, o peor, o bien tantas discrepancias como individuos ]---, desaparecidas al fin tan ominosas lacras como consecuencia tanto de la progresiva, y finalmente masiva, deserción de sus "fieles" como por la incapacidad de incorporar nuevas adeptas, hoy en día al fin sabemos algunas cosas más.

Así, sabemos que, aunque razonable y razonado, no era, sin embargo, nada acertado negar la existencia de todo lo que no fuera directamente observable por nuestros sentidos o por nuestros aparatos de medida, es decir, negar toda posible factibilidad a la existencia de lo en su momento denominado "inmaterial", como también sería razonado y hasta razonable, pero igualmente poco acertado, el que una o un ciego se obstinara en negar la existencia de las estrellas, el arco iris o cualesquiera otros eventos que solamente se les revelan y son asequibles a quienes en verdad sí que ven.

Indicios de que podía haber otras cosas no faltaban, sin embargo. ¿Cómo explicar, si no, que las miradas digan tantas cosas? Si en principio solamente se nos hacen visibles los ojos ajenos por la luz que, en ellos reflejada, llega hasta los nuestros, ¿cómo era y es que, sin variación alguna de las condiciones de luminosidad ambientales, una mirada apagada y triste puede transformarse en una llena de luminosidad y alegría, y ésta, a su vez, también, con un intervalo de escasos segundos, puede volverse a apagar? La humidificación de los ojos no podía ser la causa, porque los procesos de "deslagrimización" se sabe que son mucho más lentos y paulatinos como para poder permitir que una mirada se apague en tan pocos instantes. 

La gestualidad de tantos simpáticos músculos como habitan nuestras caras ayuda mucho en lo de la comunicación, de acuerdo, pero no explica el porqué de esas variaciones que percibimos en la luminosidad de las miradas de nuestras semejantes. Y por más que la gestualidad acompañe, se puede fácilmente demostrar que, si se le tapa exclusivamente la zona de los ojos a alguien con cristales unidireccionalmente opacos, o la persona simplemente cierra los suyos, su intercocutor o interlocutora no puede, en verdad, estar segura de cuál es el verdadero estado de ánimo del o de la sujeto bajo observación, si le está mirando con odio, amor, aprecio, diversión, en fin. Vale, por supuesto que por telepatía lo podríamos saber, pero ahora no nos estábamos refiriendo a ese otro canal de comunicación. 

Así que, a falta de explicación alternativa, y fuera siempre de lo que se pueda llegar a saber por esa otra vía telepática, se ha de admitir que las variaciones de los estados de ánimo tienen matices concretos que tan sólo se transmiten por la mirada. Pero si no hay más luz que la visible y ambiental, y pese a que ésta no fluctúe sí que lo puede hacer la luminosidad de las miradas, bien podemos concluir que si algo parece claro es que el puzzle no acaba de cuadrar, pues en él faltan o sobran piezas, o huecos. Además, la vieja fábula de que las grabaciones capturaban parcialmente el alma no ha podido quedar totalmente descartada como presumible explicación de por qué tal fenómeno de las miradas se refleja hasta en el papel impreso, y no digamos ya en los medios audio visuales.

¿Y qué decir de esa certeza que a menudo tenemos las personas, sobre todo las féminas, de que, aunque ellas no saben aún quien, alguien les está mirando, lúbrica o apreciativamente, el busto, el culo o las piernas? ¿No nos descubren casi siempre a las "culpables", en cuanto miran en derredor? ¿Cómo es, si no, que aciertan en más del ochenta por ciento de los casos? Y reparemos en que no solamente perciben que están siendo miradas sin ellas ver aún por parte de quién, es que hasta saben la parte concreta de su hermosa y atractiva anatomía que de tal forma está siendo tan atrevidamente acariciada. ¿Seguro que sólo transmitimos más o menos luz ambiental con la mirada? ¿Por qué, entonces, podemos llegar tanto a seducir como a espantar sólo con ella?

Luego está el tema de los sueños. Vale, el ser humano sueña y, es de cajón, por ello elabora sueños, función que se sabe que desarrolla nuestro cerebro componiendo las cosas como le parece y demás sin que en ello, en principio, se adivine rastro alguno de origen no químico o biológico. Pero, ¿todo lo que estaba catalogado como sueños realmente no eran nada más que eso, actividad suburbial cerebral, o quizá había algo más? O, sin salirse de los propios sueños normales, ¿no habría quizá sueños tal vez implantados, programados?

¿Cómo era posible que un mismo sueño, de temática más o menos inaudita, fuera recurrentemente tenido, y en más de una ocasión, por prácticamente todos los seres humanos? Estamos hablando, pongamos por caso, de que sueñas que se te caen todos los dientes o que te hallas cruzando las vías del tren pero no hay forma de avanzar. Nosotras comprendimos (¡ei!, sin pretender ser las primeras en hacerlo) que la cuestión no era tanto el qué podían significar o no tales sueños, sino el por qué y cómo se tenían. 

Además, ciertas cosas no eran lógicas. Vale que el sueño de la caída de nuestros dientes puede estar arraigado, desde hace millones de años, en nuestro camino de evolución a partir de aquel específico diseño inteligente que dio lugar a nuestra especie. Sin embargo, no cabe decir tal cosa de lo de los trenes y las vías, porque solamente pudo comenzar a soñarse cuando efectivamente comenzaron a circular tales artefactos sobre raíles, y eso es hablar de menos del uno por ciento del tiempo de todo nuestro recorrido evolutivo ya como seres humanos desde aquel homo habilis. 

Diseño inteligente, sí, pero no se espanten, nada que ver con las incalificables creacionistas, que acertaron eso en concreto de pura chamba, por pura estadística. A fuerza de defender ideas en principio del todo extravagantes o incluso desatinadas, pero realmente bastante imaginativas, era normal que alguna vez la acertaran a su pesar. Vamos, como nos pasó a las humanas en general con lo del cambio climático, pura chamba, se lo aseguro. Pero sigamos.   

Por ese afán de a pesar de todo avanzar que tanto nos caracteriza a las atolondradas humanas, a falta de otra explicación que darle al tema, y por no quedarse encalladas, unas estudiosas un tanto particulares, y de quienes os iré hablando, optaron por la navaja de Ockham. Si se iban incorporando nuevos sueños al repertorio común de la humanidad, lo más probable era que ello fuera debido a que seguramente existiera algún tipo de nexo o unión entre los seres humanos más allá de lo que puede determinar la ciencia física. 

Es decir, tal vez existiera, sin más, un ParaUniverso, por llamarlo así. En absoluto aquellas estudiosas hicieron de ello artículo de fe alguno, pues permanecieron abiertas a cualquier otro tipo de explicación alternativa que alguien pudiera dar. Tal otra explicación alternativa, no obstante, nunca fue ni ha sido formulada hasta el día de hoy. 

Adicionalmente, una inmensa parte de la población "sueña" con cierta frecuencia que vuela, lo cual, dado que no procedemos de las aves, es absolutamente imposible encajarlo con antecedente alguno de nuestra línea de ascendencia a lo largo del inmenso árbol evolutivo de la vida pensado en primer lugar por el eximio Charles Darwin, una de las luces más preclaras de vuestro siglo XIX, árbol posteriormente ratificado por constantes e incontables descubrimientos paleontológicos que han ido teniendo lugar a lo largo de vuestra historia y de la nuestra. 

Aunque en honor y memoria vuestras seguimos hablando de la Teoría de la Evolución, en realidad de teoría parece quedarle más bien nada, pues aunque es del todo razonable aceptar que lagunas evolutivas siempre quedarán, porque estamos hablando de millones y más millones de especies que han habitado y habitan este Planeta, ello para nada desdice las evidencias científicas que suponen lo que sí que se ha encontrado y hallado, acervo que no deja lugar a dudas sobre su validez general. 

Teoría de la Evolución, sí. Ahora bien, otra cosa son los nunca acabados debates sobre sus mecanismos concretos, el peso de cada factor y su alcance real. Ahí mejor no me meto... 

Pero para terminar de liar más la posible secuencia general básica, y aunque presumíamos, y ahora sabemos, que no fue una práctica nada habitual, tampoco podemos tener ni tenemos la certeza o seguridad absoluta de que la intervención de diseño inteligente que específicamente nos "creó" a las humanas haya sido la única que se haya dado en este Planeta a lo largo de sus miles de millones de años de vida.   

Y si tal evento, el volar (que era de dónde veníamos antes de tanta digresión), nunca estuvo en nuestra línea evolutiva, ¿cómo explicar, entonces, que se sueñe tal cosa, y que los individuos se vean y se sientan a sí mismos en tal tesitura aunque despiertos no hayan volado en su vida? Y también sabemos que tal sueño se ha tenido desde siempre, desde millares o millones de años antes de que las primeras humanas, a bordo de máquinas o artefactos, consiguieran en efecto físicamente volar. ¿No es todo como si en alguna parte las cosas estuvieran inhabitualmente desordenadas respecto a lo que habría de ser su orden temporal comprensible? ¿Recuerdos del futuro? ¿Regreso a las estrellas? 

Ítem más, respecto a esto de "soñar volar", están los numerosísimos testimonios de personas que afirman que saben diferenciar perfectamente lo que ahora ya todas denominamos un "viaje astral" de lo que es un simple sueño porque, aunque no necesariamente siempre ni mucho menos, en ocasiones viven conscientemente la experiencia desde el principio, desde el momento de comenzar a salir del propio cuerpo, por más que lo habitual es tenerla, la consciencia, cuando ya se ha emprendido el vuelo, ya que el despegue puede a veces ser muy trabajoso y no demasiado confortable, por lo que se tiende a ignorar o a vivir este inicio del proceso lo más inconscientemente posible. 

Y lo mismo suele suceder a menudo con los "aterrizajes", que a veces pueden ser bastante violentos, como muy repentinos o de golpe, por lo que la generalidad de las viajeras tampoco suelen tener consciencia en y de tal momento, aunque sí que una "rentrée" especialmente violenta o repentina puede y suele llevar a la persona a despertarse como sobresaltada o sorprendida, pese a no estar siendo tal sueño en sí pesadilla alguna.

Se comprende perfectamente el posible escepticismo de quienes nunca hayan vivido conscientemente un viaje astral de principio a fin, pero, ¿y qué hacemos con quienes sí que lo han vivido, entre las que modestamente me incluyo? A igualdad del resto de condiciones, ¿a quién tomaríamos preferentemente por guía, a quien es ciega, o a quien afirme que algo ve de eso del arco iris, estrellas y demás, aunque solamente sea con un ojo? 

Aun a riesgo de que esta "vidente" pueda estar engañándonos y ser, aparte de una o un malnacida, tan ciega como el que o la que más, la elección parece clara. Así que, ¿era realmente muy "científico" escuchar, como quien oye llover, las argumentaciones de quienes, al margen de programa o postulado religioso alguno, discrepaban de la presunta certeza de que lo único que bajo cualquier concepto tenía y podía tener existencia real era lo "oficialmente" incluido en la denomidada "realidad material"? 

En todo caso, por un elemental principio de ecuanimidad, a todas se habría de haber concedido, de entrada, al menos la misma credibilidad o presunción de fiabilidad, por lo cual lo que no cabía racionalmente de ninguna de las maneras era rechazar, sin más, toda posible verosimilitud de la existencia de algo más allá de lo determinado y conocido por la física hasta entonces. ¿Por qué se había de inventar nadie lo de los viajes astrales, por afán de notoriedad? ¿Todas las que decían experimentar viajes astrales lo iban a hacer por tal afán, todas? ¿Durante milenios y más milenios? 

¿Y qué decir de esos otros sueños en los que, aunque bien que sabemos que, por la razón que sea, nuestro lindo culo se ha metido bien solito en el sobre a sobar, percibimos táctil e inconfundiblemente que nos están o le estamos haciendo cositas a alguien, a diferencia de lo que suele suceder con los sueños "normales" e incluso con los viajes astrales (salvo en el momento del despeque o del aterrizaje), en los que las sensaciones que se tienen, aunque están también las auditivas y las táctiles a bajo nivel, son, en general, básicamente sólo visuales? 

Intentaré describir con algo más de precisión y detalle a qué me estoy refiriendo. Se trata de sueños que, a consecuencia de tal característica táctil, se viven, para bien o para mal, con una intensidad y viveza muy superiores a la del resto de sueños. Y ello es válido tanto si "soñamos" que tenemos entre nuestros brazos a alguna persona amada, y por lo tanto siempre añorada, como también para el caso de esos otros "sueños" en los que resulta que, sumidas tanto en la inmovilidad más absoluta como en la imposibilidad o extrema dificultad de poder salir de tales "sueños", notamos cómo somos objeto de acciones ajenas sobre lo que todo indica que es nuestro propio cuerpo. 

Otro caso bastante común en el que se detecta clara vertiente táctil en el "sueño" es aquel en el que nos percatamos de que debemos de estar dormidas, ya que, por más que nos esforcemos, nos resulta totalmente imposible encender la luz de la habitación, pese a que claramente hemos percibido bajo nuestros dedos cómo por fin habíamos sido capaces de realizar el penosísimo esfuerzo de llegar a accionar el interruptor. ¿Realmente se tratará solamente de un sueño, o en realidad estaremos intentando hacer lo que difícilmente se puede hacer desde otra dimensión? 

Parece ser que, en tiempos pasados, esos "sueños" en los que, inmovilizadas, nos hacían cosas, revistieron especial dureza en muchas ocasiones. En concreto, estamos hablando de aquello que muchas tomaron por abduciones y demás, y abduciones, en efecto, es lo que pensamos que debían y deben ser, sólo que si las hubo y las hay únicamente sabemos de cierto que rarísimamente podrán tener lugar efectivamente en el mundo físico o realidad material, sino que, en caso de existir, parecerían suceder más bien en algún otro posible ParaUniverso antes que no en el mundo "ordinario" y "normal". 

Recopilando lo hasta aquí expuesto, se ha hablado de ojos que, al parecer, irradian algo más de lo estrictamente esperable desde el punto de vista de la física, también de un inexplicable patrimonio o banco común de sueños de la humanidad, de numerosos testimonios de personas que afirman tener viajes astrales, de sueños táctiles... Bueno, tal vez se tuviera entre manos algo equivalente a lo que el calor del sol es e implica para quien es ciega, algo que le permite saber o intuir que tal astro probablemente debe de existir, y que por lo tanto, aunque el resto de estrellas sigan quedando fuera del alcance de su percepción sensorial, como nuestro Sol es una estrella más, sólo que comparativamente muy cercana, tal vez resultase que no la estaban engañando del todo quienes decían ver, y quizá también hasta existiera, el arco iris, la Luna, las nubes,... y toda una inesperada serie de cosas. 

Esquematizando, parecía que quizá sí que había algunos cimientos sobre los que basar e intentar desarrollar una nueva rama del saber, así que, como cada vez más y más integrantes de la Humanidad empezaban a tener ya bastante tiempo libre por entonces, fue fundada una nueva ciencia que, haciendo uso de la expresión más literal de tal término, pasamos a traviesamente denominar Metafísica, estando también admitido el término Parafísica, que en realidad utilizamos más a menudo, aunque ambos se pueden usar indistintamente, aparte del de Metaciencia, que sigue siendo un vocablo de uso frecuente en ámbitos académicos. 

Metaciencia, sí, término en origen impuesto con intencionalidad menospreciativa y marginadora por la otrora excesivamente poderosa ciencia oficial que, de hecho, había sustituido en muchas de sus funciones a las también otrora poderosísimas religiones, y no tan solo en aquellas facetas que para la humanidad podían ser positivas. Así, se suponía que no opinaban sobre cuestiones sobre si la gente tenía o no mucho sexo, pero sin embargo no pararon de inventarse o magnificar mucho más allá de su verdadera importancia enfermedades de tipo venéreo, así que como para plantearles según qué otras cosas...  

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... y, a partir de ahí, es cuando se "ingresa" en el texto ya reproducido sobre la existencia de dios

saludos cordiales. 
ET & forrest gump. 
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fondos12.com

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2 comentaris:

  1. Esto puede servir al interesado en explorar intencionadamente el mundo onírico, posible puerta al Parauniverso: http://www.suenoslucidos.com/

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  2. ---

    Hemos estrenado post nuevo en el CrashOil, Un falso Eldorado, de Antonio AMT, y con la fría dureza realista habitual con que contrasta los datos globales con aquellos que se publicitan.

    Igualmente, hay post nuevo en el blog de la Crisis, un post de conveniencia, Sobre las últimas polémicas desatadas en el blog CrashOil, que con su título ya no requiere muchas aclaraciones para saber de qué puede ir :-D .
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